Podría haber sido mi compañero de pupitre en el colegio, mi
amigo de pachangas en el Instituto en una de esas tardes en las que el estudio
se convertía en algo secundario y también podría haber compartido conmigo
muchas de esas noches universitarias de las que se recuerdan toda la vida por
la intensidad con la que se viven…
Tenía mi edad y por eso me ha impactado mucho más. Mentiría
si dijera que al escribir estas líneas estoy haciéndolo como uno más. Este, sin
duda, no es uno más, y el exceso de humedad que me rebosa en los ojos lo
evidencia. Estoy llorando.
No entiendo nada. No entiendo esta vida. No comprendo por
qué da golpes tan bajos, por qué trata tan injustamente a quien le sobraban
años para tropezar, experiencias para volver a levantarse, tumbos que dar de un
lado a otro, parrandas que disfrutar al ritmo de una juventud en la que estaba
metido de lleno.
No le conocía y supongo que por eso más de uno no
comprenderá mis sentimientos que brotan a cada palabra de estas líneas que
escribo como si me tocase cerca. Quizás soy un sentimental, quizás un ingenuo
que todavía no conoce la vida y que por tanto no sabe que esta, en ocasiones,
tiene estos caprichos… Quizás sea así. Pero mi interior me ha empujado a
expresarme en estas líneas.
Desde ayer lo minimizo todo. Todo lo veo secundario. Estoy tocado.
Solo pensar que me podría haber tocado a mí me deja sin aliento, me invade de
desgana, me arrebata de un golpe la idea del pasado mañana… Solo existe el hoy.
Va por ti.
Descanse en paz Miki Roqué.
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