25 de junio de 2012

Va por ti


Podría haber sido mi compañero de pupitre en el colegio, mi amigo de pachangas en el Instituto en una de esas tardes en las que el estudio se convertía en algo secundario y también podría haber compartido conmigo muchas de esas noches universitarias de las que se recuerdan toda la vida por la intensidad con la que se viven…

Tenía mi edad y por eso me ha impactado mucho más. Mentiría si dijera que al escribir estas líneas estoy haciéndolo como uno más. Este, sin duda, no es uno más, y el exceso de humedad que me rebosa en los ojos lo evidencia. Estoy llorando.

No entiendo nada. No entiendo esta vida. No comprendo por qué da golpes tan bajos, por qué trata tan injustamente a quien le sobraban años para tropezar, experiencias para volver a levantarse, tumbos que dar de un lado a otro, parrandas que disfrutar al ritmo de una juventud en la que estaba metido de lleno.
No le conocía y supongo que por eso más de uno no comprenderá mis sentimientos que brotan a cada palabra de estas líneas que escribo como si me tocase cerca. Quizás soy un sentimental, quizás un ingenuo que todavía no conoce la vida y que por tanto no sabe que esta, en ocasiones, tiene estos caprichos… Quizás sea así. Pero mi interior me ha empujado a expresarme en estas líneas.

Desde ayer lo minimizo todo. Todo lo veo secundario. Estoy tocado. Solo pensar que me podría haber tocado a mí me deja sin aliento, me invade de desgana, me arrebata de un golpe la idea del pasado mañana… Solo existe el hoy.

Va por ti.

Descanse en paz Miki Roqué.   

7 de junio de 2012

Obituario de Manolo Preciado


Hace escasamente cuatro meses Manolo Preciado se despedía de la afición del Sporting prometiéndoles que sería de ese equipo toda su vida, que sería socio del Sporting “hasta que me muera” Desgraciadamente el destino ya le había puesto fecha a sus andanzas por estos lares. 

La vida se le ha hecho corta pero desgraciadamente intensa. En apenas una década ha perdido a su mujer, a su hijo adolescente y a su padre. La primera por un cáncer y los últimos por sendos trágicos accidentes que predispondrían a cualquier persona a maldecir al destino por cebarse en exceso. Dicen que la pérdida de un hijo es la mayor losa que puede caer sobre la conciencia de un ser humano. Y en pocos meses, no solo tuvo que cargar con ese peso insoportable sino que también su padre se le fue para siempre.

La puñalada definitiva le ha sobrevenido cuando iniciaba una nueva andadura por el sótano del fútbol español. Pretendía conseguir lo que ya había conseguido en varias ocasiones con otros equipos: ponerse al servicio de los modestos para regalarles la gloria que la vida tanto le negó a él.

Se va un tipo de los que estamos más que necesitados en los tiempos que corren. Su máxima era la de hablar claro, la de no achantarse por mucho rival que tuviese enfrente o por mucho chulo que pretendiese amilanar a sus jugadores. Así era Manolo. Buena persona, según quienes más le conocían. Un tipo irrepetible según algún comentarista deportivo que tuvo la gran suerte de conocer a este cántabro de pro.

Decía Preciado que  “La gente no te engaña cuando la miras a los ojos o te da un abrazo llorando. Hay sentimientos que no se pueden fingir”. Hoy el mundo del fútbol es incapaz de esconder que su pérdida deja huérfana a alguna afición y un profundo desconsuelo en quienes todavía creemos que quedan personas íntegras.

En otra ocasión también aseveró que ante los golpes de la vida –tantos y tan duros- prefirió mirar al cielo y crecer a pegarse un tiro. Hoy ese cielo que le sirvió para levantarse tras los arrebatos ha decidido reunirlo con los suyos allí donde la eternidad mitifica a los grandes.