17 de octubre de 2008

Garzón: juez de la historia

Queridos lectores:

Todos los periódicos se hacen eco de la noticia del mes. Era difícil desplazar de las portadas de periódicos y telediarios a la crisis económica pero ha llegado Garzón y lo ha conseguido.

El que fuera diputado socialista allá por el año 1993 ha decidido restañar por su cuenta las heridas que se produjeron durante la Guerra Civil española. Para ello, el primer paso ha sido la sorprendente e inútil idea, de pedir al registro el certificado de defunción del dictador Francisco Franco para, de ser cierto que falleció, extinguir los delitos por los que pretende acusarle. Junto con el acta de defunción del caudillo también ha pedido el mismo documento de personas que formaron parte de sus gobiernos para, en el caso de estar alguno de ellos vivo, juzgarles por un delito de crímenes contra la humanidad.

El juez se permite el lujo de acusar a todos los gobiernos de la democracia de permitir la impunidad del régimen franquista al aprobar, en el año 1975 y respetar con el paso de los años, la Ley de Amnistía por la que todas las fuerzas políticas se comprometían a perdonar lo que, tanto unos como otros hicieron: saltarse a la torera los derechos humanos.

Baltasar Garzón comete un grave error al considerar como víctimas de genocidio tan solo a los fallecidos y represaliados a manos del "bando nacional". Conviene recordar al señor juez, que el ejército republicano también cometió acciones viles y repugnantes como la quema de iglesias y conventos con sacerdotes y monjas en su interior, lo cuál se convirtió, en toda una persecución contra la Iglesia Católica. Sobre esto Iñaki Anasagasti ha comentado que no se debe caer en la equivocación de juzgar tan solo a uno de los bandos. Y tiene, desde mi punto de vista, toda la razón.

Veremos como se desarrollan los acontecimientos ya que la Fiscalía lo ha recurrido, además de que la mayor parte de la asociaciones de jueces no consideran correcta la acción del juez ya que, según ellos, el papel que está desarrollando Garzón, lo deberían llevar a cabo los historiadores. El tema es muy delicado de tratar y por ello no se debería haber tocado, puesto que fue la transición la encargada de poner punto y final, con el acuerdo de todos, a décadas carentes de libertades y derechos. Mantengamos pues, o al menos lo intentemos, el espíritu de unión que conseguimos allá por el año 1975.

Hasta pronto

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