30 de julio de 2008

El ciclismo bajo sospecha

Queridos lectores:

La nonagésimo-quinta edición del Tour de Francia desgraciadamente no pasará a la historia por la victoria del español Carlos Sastre sino por el exceso de positivos por dopaje que se han producido:"Triki" Beltrán, Moisés Dueñas y Roberto Riccó.

El primero de ellos había tenido hasta el momento una destacada carrera profesional y era conocido por ser uno de los mejores y más fieles gregarios del panorama ciclista internacional. A Dueñas se le consideraba uno de los jóvenes valores del ciclismo y este iba a ser una buena oportunidad de demostrar lo que realmente valía. Y por último a Roberto Riccó ("La Cobra") se le llegaba incluso a comparar con el gran Marco Pantani, en paz descanse, y estaba llamado a encabezar una nueva generación de ciclistas italianos que devolviera al ciclismo al lugar que nunca debió abandonar: la pulcritud de la legalidad.

Llegados a este punto la pregunta es: ¿Hasta qué punto les merece la pena doparse para, inevitablemente, ser descubiertos? Las respuestas pueden ser diversas: para disfrutar de un minuto de gloria, ganar la etapa con la que siempre han soñado, caer en la ignorancia de que nunca serán "cazados", presión de los "médicos" del correspondiente equipo para lograr mayor fama y prestigio...

A los tres ciclistas se les detectó EPO (Eritropoyetina) en su orina, un producto dopante que lo que hace es incrementar el número de glóbulos rojos en la sangre y de esta manera aumenta la capacidad de ésta para transportar el oxígeno (hay que tener en cuenta que nuestro cuerpo segrega esta hormona de forma natural: en los riñones a los adultos y en los pulmones a los niños. La sintética es la fabricada artificialmente en laboratorios como producto dopante). Pero doparse puede que no les salga gratis, ya no solo por la sanción económica y deportiva e incluso penal, sino por las posibles secuelas que puede dejar en el cuerpo si se abusa en su consumo: dolores de cabeza continuos, coagulación de la sangre, paro cardíaco...

Estos tres corredores tienen algo en común. En primer lugar el mero hecho de ser unos tramposos, en segundo lugar el insano favor que, con sus prácticas dopantes, han hecho al mundo del ciclismo y por último la poca decencia moral de haber aportado su "granito de arena" para seguir manchando, un año más, el nombre del deporte al que no han respetado: el ciclismo.

Cuando un deportista se dopa está faltando al respeto, en primer término, a sus compañeros de profesión y en segundo lugar a los aficionados. Las Federaciones Deportivas no pueden seguir permitiendo semejante agresión al mundo del deporte. Del deporte en general. No solo se dopan los ciclistas, por supuesto. En las últimas semanas se ha cofirmado el positivo de la atleta francesa Julie Coulaud que, obviamente, no podrá participar en los Juegos Olímpicos de Pekín que dentro de unos días comienzan.

Las diferentes pruebas que se hacen a los deportistas para detectar si han tomado sustancias dopantes o no, nadie las pone en duda. Pero lo que a lo mejor si que hay que poner en duda es el ensañamiento que, año tras año, competición tras competición se tiene contra el ciclismo desde todas los organismos internacionales. Y me reafirmo en mis palabras. A día de hoy el ciclista profesional es mirado como si se tratara de un auténtico drogadicto cayendo una vez más en el dicho popular de que aquí, como en todo, "pagan justos por pecadores".

Por último me gustaría felicitar a Carlos Sastre por su victoria con la cuál ha demostrado que el ciclismo español es, a día de hoy, el mejor del mundo. Y no es ninguna exageración, lo digo con la cabeza bien alta y con el orgullo de ser español. Alberto Contador ganó el Giro de Italia, Alejandro Valverde la Dauphiné Liberé y ahora Sastre el Tour de Francia quedando tan solo unas semanas para la Vuelta a España que, de ganar un español, sería algo que nunca hasta el momento se ha producido (me refiero al hecho de que nunca tres españoles se llevaron Giro de Italia, Tour de Francia y Vuelta a España en el mismo año).

Para concluir, me gustaría dejar constancia de mi gran admiración por el ciclismo, deporte que tantas tardes de gloria y emoción nos ha brindado hasta el momento y confío en que lo siga haciendo. Los aficionados y los que todavía creemos en este deporte seguiremos estando en las carrreteras apoyando a los ciclistas, nunca a los tramposos. La lucha contra el dopaje puede que sea larga pero la ciencia con el empuje de la afición conseguirá desterrar del mundo del deporte en general, y del ciclismo en particular, a todo aquel que mediante trampas pretenda alcanzar la gloria, solo reservada para los justos vencedores.

Hasta pronto

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