18 de noviembre de 2008

La cúpula de la vergüenza

Queridos lectores:

Por fin se ha inaugurado la famosa cúpula de la sede de la ONU que el artista Miquel Barceló diseñó con el objetivo de mostrar al mundo -según Rodriguez Zapatero- la imagen de la España del siglo XXI y que se denominará como la sala "de los Derechos Humanos y la Alianza de Civilizaciones". La broma ha costado unos 20 millones de €.

Parece importarle poco -o nada- a nuestro presidente que esa "obra de arte" nos haya costado a todos los españoles unos 8 millones de €, de los que 500.000 € han salido de los fondos que, en un principio, estaban dedicados a la ayuda al desarrollo. Sorprende sobremanera este último dato puesto que nuestro presidente lleva ya años llenándose la boca con afirmaciones como "acabar con la pobreza es crear riqueza" mientras pedía a los países de la ONU que dedicasen el 0,7% de su PIB al desarrollo de los países más pobres. En mi tierra a eso se le denomina hipocresía. Decir una cosa y hacer la contraria.

Ahora bien si lo dicho hasta aquí podría calificarse de bochornoso, no menos deshonroso es que a dicha inauguración asistieran los Reyes de España e incluso que Don Juan Carlos se permitiera el lujo de afirmar que sentía "admiración" por la obra para añadir después que "nada mejor que el arte como lenguaje universal para expresar los valores, principios y misiones que inspiran a las Naciones Unidas en torno al ser humano y al mundo, a sus derechos y libertades". Una vez más palabras bonitas pero vacias de contenido, además de ser bastante indeseables teniendo en cuenta de donde ha salido parte de la financiación de semejante insulto al gusto corriente y natural.

El dinero empleado en dicha cúpula, bien podría haberse empleado en la construcción de escuelas, casas, pozos de agua potable... en los países más desfavorecidos. El arte "no tiene precio" como dijo hace unos días nuestro Ministro de Asuntos Exteriores Miguel Ángel Moratinos, pero lo que no tiene precio es la forma en la que se han burlado de los países más perjudicados por el derroche monetario los que conforman el grupo de países más desarrollados.

No hubiese tenido precio -económicamente hablando- ver la cara de un niño al ver que no tiene que desplazarse kilómetros para conseguir una vasija de agua. No hubiese tenido precio admirar los semblantes de unos padres mientras se construye una escuela en la que sus hijos van a conseguir ser algo en la vida -o al menos dejar de ser nada-. No hubiese tenido precio ver a una familia albergar una casa -de la que no disponían- gracias a la solidaridad de los que han tenido la suerte de nacer en el mundo desarrollado.

Se me olvidaba. No tiene precio ni denominación posible -al menos para mi conciencia- la falta de respeto y la inmoralidad que el Gobierno de España ha cometido insultando a los países más pobres con este despilfarro injustificable. Y eso que estamos en crisis.

Hasta pronto.

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