6 de abril de 2011

España, la excelencia de los tontos

Un tonto hace a un ciento si le dan lugar y tiempo. Asturias, paraíso natural. España, paraíso de la mediocridad. Y en época de fiar votos el tema gana enteros, se coloca en la pole position con permiso del Ferrari del empleo que sale por la zona limpia de la pista. Barra libre de promesas. Bebe con responsabilidad. Ni puñetero caso.

Vivimos tiempos de máxima competencia en todos los ámbitos. El problema es que no hay competiciones a las que apuntarse porque hace ya mucho tiempo que las únicas federaciones que alistan gente son las del empleo. RFEF es, en realidad, la Real Federación Española del Fracaso.

Esperanza Aguirre parece que sufre de optimismo. Lo lleva en el nombre. Cuando los datos de los PISA y demás compañeros de viaje nos embarran con un nivel educativo cercano al subdesarrollo la presidenta de los madrileños pronuncia vocablos de altura como élite, excelencia… que nos suenan más bien a alemán o finlandés. I don´t understand, lady.

La idea, cuanto menos atrevida en el contexto de segundones en el que intentamos sobrevivir, parece llamada a recibir toda clase de calificativos por parte de esa ex izquierda que lo más suave que ha hecho en este país es desanimar a las nuevas generaciones con un futuro que se presenta en las listas del paro. Así no hay quien estudie.

Dicen que se pretende crear guetos pero lo único cierto es que no hay peor gueto que el de la incompetencia, la miseria, la desmotivación, la exclusión por falta de oportunidades, la indigencia forzada a base de políticas mediocres implantadas por mediocres… Esos son los verdaderos guetos de la España que nos ha tocado sufrir. El pan nuestro de cada día pero sin pan.

Qué pedimos en un país en el que siempre se han fomentado las oportunidades artificiales y artificiosas a base de subsidio para los que peor estaban pero no se ha premiado a quienes hacían algo por mejorar la situación de aquellos. Qué pedimos. Qué pedimos a un país que prima las oportunidades de quienes fracasan segregándolos con apoyos y que, por otro lado, no hace lo mismo por quienes sobresalen por el otro extremo. Qué pedimos…

Definitivamente, se gana más pidiendo que dando.

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