24 de junio de 2010

"Al éxito no se lo encuentra...

...se lo busca incansablemente". No cabe duda de que estas acertadas palabras encierran una tajante verdad. Cuando se trabaja duro, cuando la constancia se convierte en el "pan nuestro de cada día" y, sobre todo, cuando ante circunstancias adversas nunca te rindes; los frutos de tus esfuerzos acaban plasmándose en los resultados finales de tus acciones.

El Mundial de Sudáfrica se está caracterizando por depararnos, a cada día que pasa, una sorpresa mayor. Si bien es cierto que tanto Francia como Italia -actual campeona, no lo olvidemos- no llegaban en su mejor momento a este campeonato, también lo es que las grandes selecciones no suelen fallar ante las grandes ocasiones que la historia les presenta. No obstante en este Mundial esta máxima se ha venido abajo y, seguramente, lo seguirá haciendo. Pero... ¿a qué se debe el hecho de que selecciones, a priori inferiores y con un menor nivel técnico y deportivo, estén ganando la partida a selecciones en cuyos países los regates se mueven a golpe de historia -cada vez menos- y de talonario -cada vez más-?.

Desde mi punto de vista la respuesta a dicha pregunta parece clara y podríamos definirla en una palabra: GLOBALIZACIÓN. En el mundo actual todo, absolutamente todo, está internacionalizado. Por ejemplo en el aspecto técnico son muchos los entrenadores que han decidido llevar sus técnicas y esquemas allende las tierras que han "mamado" del fútbol toda la vida -léase el caso del bicampeón europeo por clubes Hitzfeld con Suiza, Carlos Parreira campeón del mundo con Brasil en 1994 y que en este Mundial ha dirigido a la anfitriona, Radomir Antic quien alcanzó el doblete atlético en 1996 se ha puesto a los mandos de Serbia, el exitoso Sven-Goran Eriksson pilotando la nave marfileña...-.

En el plano deportivo cabe señalar que son muchos los futbolistas que, siendo auténticas estrellas en las ligas europeas más importantes, forman parte de selecciones menores -léase el chileno Suazo en el Zaragoza, el uruguayo Diego Forlán en el Atlético de Madrid, el ganés Essien en el Chelsea, el camerunés Etoo en el Inter de Milán, los marfileños Didier Drogba en el Chelsea y Yayá Touré en el FC Barcelona...-. No cabe duda de que todas las aportaciones que pueden realizar cada uno de ellos son tremendamente determinantes para que sus selecciones partan con serias opciones de realizar en este tipo de campeonatos papeles dignos de ser recordados por todos.

En la misma línea estoy convencido de que, aún enfrentándonos a rivales cada vez más competitivos debido a los factores que ya he mencionado en los párrafos anteriores, todo ello contribuye a que la calidad de los partidos tenderá a ser mayor. Sufriremos más pero, a su vez, disfrutaremos más y saborearemos aún más las trabajadas victorias que cosechemos. De hecho en este Mundial y, a tenor de los partidos que he visto, he disfrutado muchísimo más con el Uruguay-Sudáfrica -todo un partidazo- que con el Brasil-Costa de Marfil -en el que, a pesar de todo lo que prometía, solo sirvió para ver tanganas-. Y también me lo pasé mejor en el Camerún-Dinamarca que en el Inglaterra-Estados Unidos. 

Pero... ¿dónde se encuentra la clave del éxito en este tipos de selecciones consideradas por (casi)todos las "cenicientas" del campeonato? Además de los mencionados factores no cabe duda de que detrás de sus pulidos esquemas y de sus exquisitos planteamientos se encuentran los resultados de horas y horas de muchísimo trabajo, esfuerzo y concentración. Porque no debemos engañarnos: todas estas selecciones que partían con importantes desventajas respecto de las clásicas Italia, Inglaterra, Francia, Brasil...desde un punto de vista técnico y deportivo, han alcanzado sus éxitos en el presente campeonato tras trabajar incansablemente y de manera denodada. No han encontrado el éxito por casualidad, han luchado tenazmente para alcanzarlo.  

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