27 de junio de 2010

"El verdadero progreso es...

... el que pone la tecnología al alcance de todos". Fue Henry Ford, padre de la cadena de montaje y de los sistemas de producción quien en su día realizó semejante aseveración. Y no andaba para nada desencaminado. A día de hoy pocos son los aspectos de la vida diaria que no están rodeados de tecnología y de sofisticados mecanismos que, en la mayoría de los casos, nos hacen más cómoda la vida a todos en un mundo -el que nos ha tocado vivir- en el que nos hemos convertido en unos vagos empedernidos.

La segunda jornada en que se han disputado octavos de final en el Mundial de Sudáfrica tardará tiempo en olvidarse. Y no por el espectacular juego que se ha podido observar sobre el verde ni por unos goles tremendamente buenos. No, nada de eso. Los protagonistas -tristes protagonistas- han vuelto a ser los árbitros. Rosetti y Larrionda. Dos errores imperdonables y calificables como poco de "atraco" o, siendo más justos, de "atrocidad arbitral" han acabado con las esperanzas de México -que ha demostrado jugar mejor al fútbol que Argentina- y de Inglaterra -dejando su particular Historia con los germanos en empate-.

¿Necesita el mundo del fútbol la tecnología? O por el contrario... ¿consideramos a los árbitros "jueces supremos" que siempre tienen la razón? Si no es así... ¿por qué no adoptamos en el fútbol un arbitraje al estilo del que ya se emplea en el baloncesto?. El debate está servido. Más bien lleva servido ya mucho tiempo y ha quedado demostrado que una inmensa mayoría de aficionados, profesionales y responsables de los organismos y federaciones de fútbol están a favor de que se implante la tecnología en los terrenos de juego para evitar atropellos como los cometidos esta tarde en Sudáfrica.

Porque parece lógico que luego surgan dudas en el entorno de las competiciones. ¿Habrá sido verdad que el árbitro no se ha dado cuenta o, por el contrario, habrá cometido el error de manera intencionada?. Siempre quedará la duda. Para más inri en el partido que enfrentaba a Argentina y a México el árbitro, con el beneplácito del juez de línea, ha dado el gol de Tévez -en clarísimo fuera de juego- tras ver en el vídeo- marcador la repetición de la jugada. Hay que tener la cara muy dura o la testosterona en niveles mínimos para hacer eso -¿si el mismo gol hubiese sido de México también lo habría aceptado?-.

Por tanto hay que aceptar de una vez por todas que el empleo de la tecnología en el mundo del fútbol ayudará a que los campeonatos sean más justos desde el punto de vista arbitral. Que sea luego el buen hacer de los equipos el que decante la balanza en favor de uno u otro conjunto. O bien que sea la suerte. Pero, en ningún caso que sea un error arbitral perfectamente subsanable -intencionado o no, nunca se sabrá- el que de la victoria a uno u otro equipo. La FIFA -organismo internacional del fútbol- se niega, con su jefe Joseph Blatter a la cabeza, a aplicar la tecnología en el fútbol -único deporte casi en exclusiva que no lo hace-. Parece ser que no leyeron a Henry Ford quien situaba, en el uso generalizado de la tecnología, el verdadero progreso. El fútbol está, pues, en franco retroceso.  

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