17 de enero de 2011

De opiniones particulares y reformas

El rescate de la economía española es improbable pero, sin duda alguna, todos los expertos parecen coincidir en que hoy estamos más cerca que ayer de esa trágica situación. Y digo bien: trágica. Un rescate de la economía española a la griega o, en su defecto, a la irlandesa implicaría salvajes subidas de impuestos –más todavía-, sangrantes recortes de derechos sociales –se habla de unas reducciones de hasta un 50% en la cuantía de las pensiones-… En definitiva no tendríamos que apretarnos el cinturón, ya se encargarían otros de apretarnos la soga al cuello.

La situación de partida española, en términos económicos, no parece comparable a la griega o la irlandesa. Ahora bien, sí que parece existir un punto común de encuentro: la incapacidad política para aplicar las reformas necesarias por propia iniciativa –es decir, antes de verse obligado a tomarlas- y una inexistente firmeza y determinación política para llevarlas a cabo.

La situación de España, por tanto, parece evidente: quienes han agravado el problema difícilmente pueden ser parte de la solución y, consecuentemente, es necesario un cambio de rumbo que posibilite una hipotética mejora de la confianza tan necesaria en un contexto de encefalograma plano económico.

La mejora de la confianza –las encuestas así lo confirman- solo se dará siempre que se den las siguientes circunstancias:

 Una reforma de calado en las estructuras del Estado en las que éste recupere gran parte del poder que se ha ido dejando por el camino en las sucesivas rondas de imperdonables concesiones a los lastrantes nacionalismos por parte de los sucesivos gobiernos de la etapa democrática.

 Una pulcra administración de los recursos públicos. El despilfarro sabemos a dónde nos conduce. Las consecuencias de déficits abultados conocemos cuáles son. Las subidas de impuestos nos lo demuestran.

 Un Gobierno fuerte, de mayorías consolidadas. Para abordar los cambios vitales que necesita nuestra economía no podemos depender de un Gobierno que tenga las manos atadas por intereses nacionalistas menores y provincianos.

Para muestra, tres botones. La situación es crítica. Es tiempo para grandes líderes y gestores solventes. Dejen paso quienes tengan la valentía de reconocer que no lo son porque, a cada minuto perdido, el futuro se oscurecerá un poco más. Más todavía.

No hay comentarios: