20 de enero de 2011

Nuevos partidos políticos y demás experimentos

Son muchas las expresiones políticas que han dado a este país la dictadura, la soberbia y el rebote infantil. De todo hay en la viña del Señor. Todas ellas nacen ávidas de grandes resultados electorales y todas ellas acaban pecando de ingenuas hasta que alcanzan a entender que las rejillas del electorado patrio son tan estrechas que no dejan espacio para tanto experimento de laboratorio.

Y es que en este país estamos ya tan acostumbrados a que de cada esquina crezca un partido político nuevo que lo único que parece impacientarnos es cómo se llamará. Hagan sus apuestas. Para qué entretenernos con programas que edulcoran siempre con la misma literatura. Para qué discutir si revestir al experimento con tal o cuál ideología si en ese campo de la ciencia ya está todo inventado. Para qué…

El caso es que si hay algo que me preocupa de veras es, en primer lugar, pensar en las causas que motivan la aparición de nuevos partidos políticos. ¿Quizás sea porque la discrepancia en los grandes está limitada al ver, oír y callar? ¿Quizás por falta de espacio para ciertos pensamientos? ¿Quizás sea consecuencia de ambiciones no consumadas? Pues no lo sé. Quizás

En segundo lugar cabría preguntarse acerca de la idoneidad del binomio palabras-hechos para comprobar como en ocasiones las distorsiones en el mismo son tan profundas que en mi pueblo han convenido en darle nombre incluso: hipocresía. Ahí tienen sin ir más lejos a la familia magenta, mermada de un tiempo a esta parte, por denigrar, en su funcionamiento, algo tan sencillo de entender como la democracia interna y tan complicada de aplicar cuando de tenerlo todo atado y bien atado se trata.

Parece evidente, por lo tanto, que convendría reflexionar un poco más antes de dar el paso de crear un nuevo partido político porque si aplicamos a las instituciones –para mí los partidos políticos lo son- aquello del usar y tirar estaremos a un paso de vernos obligados a reciclar el actual sistema democrático. Espero que los nuevos experimentos, tomando nota de fracasadas experiencias pasadas, no cometan los mismos errores y aporten a nuestro sistema la bocanada de oxígeno que tanto necesita.

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