“El día que la prensa deje de cuestionar las “versiones oficiales” sobre cualquier asunto, o la sociedad deje de exigírselo, el periodismo habrá muerto”. Javier Cavanilles dixit. Y con más razón que un santo.
Al unísono de esta cita hoy quiero dejar constancia de algo que leí este fin de semana y que me provocó escalofríos solo de pensarlo. Os sitúo.
Abril de 2001. Quedan todavía 5 meses para que unos cuantos trastornados coloquen –como si de dardos en una diana se tratasen- un par de aviones en la estructura de las Torres Gemelas. Por esas fechas –Abril de 2001, repito- un ex agente de Qatar declara a un traductor del FBI lo siguiente:
“(…) El grupo de Bin Laden está planeando un ataque terrorista masivo en EEUU. La orden ya se ha dado. Su objetivo son las principales ciudades (…) Utilizarán aviones para llevar a cabo los ataques. Dicen que algunas de las personas que participarán ya están en EEUU. Están aquí viviendo entre nosotros y, creo, ya hay gente dentro del gobierno que ya lo sabe”.
Llegados a este punto en el que las informaciones –verídicas o no- chocan con la indignación colectiva me gustaría recordar a Julian Assange como representante del Periodismo –con mayúsculas-. Y es que hoy sus abogados han lanzando al aire la posibilidad de que si es extraditado a los EEUU pueda ser ejecutado.
Estaremos volviendo a poner de relieve la frase con la que inicié este post porque no cabe duda de que si matamos al mensajero encargado de romper con las ataduras que impone la “verdad oficial” es posible que, a la larga, acabemos convertidos en unos esclavos y miserables seres. Twittear
No hay comentarios:
Publicar un comentario