15 de febrero de 2011

Pan y libertad

Dice el refranero patrio aquello de que ´cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar´. Eso, más o menos, es lo que han debido pensar los autócratas que dirigen los designios de los países africanos y/o árabes más próximos al viejo continente.

Porque sus poltronas, aunque en ocasiones les sacan de la realidad, no les impiden observar lo que sucede en su entorno, en los países más próximos, en las parcelas privadas de los que, al igual que ellos, consideran a sus países propiedad privada de sus proles.

Es por ello que son conscientes de que la oleada de proclamas libertarias extendida por tantos y tantos pueblos de la zona amenaza sus tronos de gloria y no les deja otra opción que la de intentar amansar a la fiera que viene travestida de población al límite del hartazgo.

De lo contrario no se entendería que Marruecos se haya puesto a trabajar duro y haya subvencionado los precios de los productos primarios, aquellos necesarios para sobrevivir, aquellos de los que depende el ser o no ser de los más pobres…

Quizás lo que pretenda el déspota alauí sea calmar los ánimos de los más jóvenes que han convocado para este domingo –bajo el colectivo Democracia y Libertad- una manifestación que azotará al país vecino de cabo a rabo, de norte a sur, de esquina a esquina…

¿Será suficiente con contener la inflación de los productos básicos? En breve lo sabremos. ¿O los jóvenes marroquíes quieren más? Posiblemente así sea. ¿Se trata de un lavado de imagen del régimen el hecho de bajar los precios a algo que afecta directamente a los más pobres? Parece evidente –a la par que oportunista- el hecho de que tome semejante medida tan populista como inservible para responder a las reclamas de la calle.

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