17 de febrero de 2011

El olimpismo puede morir

El deporte se ha convertido en algo que nunca debieron conocer las pistas, pabellones, estadios… El deporte se ha vuelto excluyente. Si. Ese deporte que, en sus orígenes, representaba al espíritu de superación en cada prueba y que dignificaba las victorias de los que en él participaban a base de tesón ha desaparecido.

No cabe duda de que en esto ha jugado un papel muy importante la era del marketing entendido este como ámbito de estudio del engaño o, en su defecto, como arte de utilizar la ignorancia de las personas en beneficio propio. Siempre lo he pensado así: el marketing engaña. ¡Claro que engaña!

De la utilización de grandes deportistas para grandes campañas publicitarias hemos pasado a deportistas que parece que dejan en un segundo plano sus habilidades en las pistas para centrarse en su preparación como grandes estrellas de la publicidad.

Es decir, se ha invertido el orden: antes primero eran deportistas, ahora –algunos- primero son actores y después entrenan. Y así terminan.

Lo que en las últimas horas me ha dejado perplejo es el precio de las entradas a las pruebas de los próximos Juegos Olímpicos de Londres 2012. Ver la prueba estrella –la carrera de los 100 metros lisos- rondará los 900€. Ya podéis ir ahorrando hasta ese 5 de Agosto en que Usain Bolt se calzará sus Puma para retar de nuevo al crono.

Eso sí, con ánimo de tener un detalle, han asegurado que la prueba de ciclismo en ruta será gratuita. ¡Ni que nunca hubiese sido así! Solo faltaba que cobrasen a los ciudadanos por presenciar una prueba al aire libre que, muy probablemente, les haga llegar tarde ese día al trabajo.

Como en su día critiqué el fútbol moderno por su excesiva dependencia del negocio y su olvido del espíritu deportivo, critico ahora los derroteros por los que parece que empieza a rondar el olimpismo. La decadencia de ambos estará cada día más agudizada si no se vuelve a los tiempos en que la capacidad de sacrifico se anteponía a la capacidad de hacer negocio.

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