28 de febrero de 2011

¿Deditocracia? No, gracias

Hace escasos días los medios de comunicación europeos se hacían eco del escándalo protagonizado por el ministro de Defensa alemán –un tal Guttenberg- quien, todo apunta, no tuvo el menor reparo en plagiar gran parte de su tesis doctoral con textos ajenos literales.

En Alemania ha sido, como no podía ser de otra manera, un problema de primera magnitud que ha llevado a más de 20.000 personas –entre doctores, alumnos que se preparan para serlo y ciudadanos en general- a enviar una carta a Ángela Merkel en la que consideran que esto ´perjudica a Alemania como sede científica y pone en duda su credibilidad como país de ideas´.

Un país en pie de guerra ante lo que se presume como un hecho imperdonable para las más altas instituciones académicas del país germano. En principio lo más normal del mundo. Pero… ¿la reacción hubiese sido la misma si el caso se hubiese dado en España con una personalidad de comparable rango social? Lo dudo y mucho.

Es evidente que la actitud del, hasta ahora ministro estrella de Merkel, es insultante y poco honrada. Su cabeza como ministro pende de un hilo: el de la presunción de inocencia hasta que se demuestre finalmente su culpabilidad. Pero la sombra de la duda es demasiado alargada. El propio afectado se lamenta: ´Sí, cometí errores´.

Profesores de prestigio advierten: ´Si Guttenberg se convierte en ejemplo a seguir, podemos cerrar´. ¿Es siquiera imaginable una sentencia tan firme y tajante en una situación semejante en España? Las dudas afloran de nuevo…

Ejemplos como este nos demuestran –por desgracia más a menudo de lo recomendable- los claroscuros de un sistema que desalienta a los mejores al verse enrolados en una espiral deditocrática que prostituye a las bases estructurales de los países con continuos maltratos a la tan deseada meritocracia. ¿Alguna costumbre española más arraigada? Lo dudo y mucho…

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