14 de febrero de 2011

Álex de la Iglesia enseña el camino

La pasada noche decidí, un año más, que no me iba a sentar a contemplar el espectáculo –en el sentido más irónico de la palabra- de la gala de los Goya. La razón no es otra que la de negarme a ser partícipe de una burda demostración de ideologías, proclamas, comentarios interesados y declaraciones políticas. Es decir, de todo menos cine que es de lo que se trata –o se debería tratar-.


Esta vez el debate de fondo no podía ser otro que el de la dimisión anunciada de Álex de la Iglesia como presidente de la Academia del Cine y las razones de la misma. No sólo la ya famosa Ley Sinde ha sido la razón principal. Detrás del discurso del incipiente ex presidente dejó entrever algunas de las claves de su marcha:

´Si queremos que nos respeten hay que respetar primero´. No puedo estar más de acuerdo con semejante afirmación. En los últimos tiempos numerosos artistas del mundo del cine español han sido más conocidos por defender causas políticas perdidas –y, en ocasiones, incluso contrarias a las libertades fundamentales como cuando se defiende a la dictadura cubana- que por realizar buenas películas.

´Hacemos cine porque los ciudadanos nos permiten hacerlo´. Y es que muchas de las producciones del cine español están subvencionadas con ingentes cantidades de dinero público. De lo contrario generarían pérdidas millonarias debido al poco interés que suscitan entre los espectadores por su limitada calidad.

´La esencia del cine se define por dos conceptos: una pantalla, y una gente que la disfruta´. Ese y no otro es el espíritu del cine. Para disfrutar de una buena película no necesito acudir a un cine a que me sangren el bolsillo. Si los precios de las taquillas no bajan ocurrirán dos cosas al mismo tiempo: la gente seguirá viendo cine pero lo seguirá viendo en casa.

´Sólo ganaremos al futuro si somos nosotros los que cambiamos´. Ese es el camino a seguir. Cuando las películas americanas arrasan en nuestras carteleras y las españolas solo cosechan asientos vacíos significa que algo falla. Y cuando algo no funciona solo hay una solución: cambiarlo intentado emular a los mejores.

Todo parece indicar que Álex de la Iglesia quería irse por la puerta grande. Así ha sido. Con un gran apoyo en las redes sociales y un discurso de despedida tremendamente didáctico ha marcado las líneas que deben guiar los designios del cine español si este desea caminar hacia la cima del éxito.



1 comentario:

Cristian Jimeno dijo...

Alex de la Iglesia es un cineasta serio, y ha demostrado ser un fiel cumplidor de su palabra. La mayor verdad es que internet les hace daño, pero que con descargas gratis, el cine español presenta mas publico que sin ellas.