18 de marzo de 2011

Guerras, socialistas e hipócritas

Las guerras son guerras. Se miren por dónde se miren, suenen los disparos donde suenen y entierren a los muertos donde los entierren. Mientras tanto, el entretenimiento en llamarlas “actos de responsabilidad” no son más que cuentos de hadas en el país de las maravillosas hipocresías. No más.

El tiempo acaba poniendo a cada uno en su lugar. Los que ayer se colocaban detrás de la pancarta que dibujaba un ensangrentado “no a la guerra”, hoy prefieren mirar para otro lado y hacer oídos sordos. Su hipocresía es el mayor arma de destrucción masiva para nuestra democracia.

Los que ayer retiraban tropas en actos de pseudovalentía que escondían en sus acciones la cobardía propia de la liebre huyendo del galgo, hoy se presentan en el frente sin que se les mueva un pelo, sin caer en inmutación alguna… apostando por actos de responsabilidad. ¿Se puede tener más jeta?

Si ayer nuestras hazañas se movían en intentos continuos de fastidiar al tejano, hoy perdemos las posaderas por acudir a la llamada del teléfono negro, por acudir al encuentro interplanetario que dirían algunas con escasas luces mentales desde el despacho de un Ministerio. ¡Con un par!

Así es la vida. Nunca dirás aquello de que de este o tal agua no beberás porque el tiempo te acabará obligando a emborracharte en H2O. Nunca te coloques detrás de pancartas cuyos eslóganes te tendrás que acabar tragando en un futuro más temprano que tarde. ¡Que se lo digan a Valeriano!

Y en esas estamos. Con un presidente otrora de la paz y ahora de la guerra. Guerra justa, ¡faltaría más! Mira que estamos jartos de ver la paja en el ojo ajeno y nos cuesta un huevo y la mitad del otro ver la viga en el propio. No les costaba firmar joint ventures con artistas y demás de la ceja para llamar asesino al votante del PP y ahora el pacifismo ha desaparecido de su discurso. Libia, dirán, bien vale una guerra.

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