22 de marzo de 2011

Paradojas de la guerra

Llegó el día de dar explicaciones al pueblo soberano en la que dicen que es la casa de todos. Llegó la hora de poner el negro de la guerra sobre el blanco de la paz. El encargado de hacerlo no ha sido otro que el pacifista arrepentido quién sabe si por necesidad o por intentar que el resto nos tome en serio. Quién sabe…

“Quien le ha visto y quién le ve” decía Llamazares con una pegatina en la solapa de su chaqueta que ha rescatado del baúl de los recuerdos. Quién le iba a decir a Gaspar que volvería a utilizar ese complemento en la cara de aquellos que eran compañeros de fatigas en las manifestaciones contra la guerra de Irak. Quién se lo iba a decir…

El mismo que no condena los atropellos de la libertad en Cuba tiene la pachorra de venir hablando de gobiernos despóticos pero sin mencionar siquiera al dúo estático de los Castro. Quién te ha visto y quién te sigue viendo continua viendo a la misma figura despreciable. No caben medias tintas en la defensa de las libertades. Con ella o contra ella.

Las palabras movedizas de algunos han acabado siendo víctimas del tiempo que no perdona. Pasaron de la Alianza de Civilizaciones a enviar fuerzas de guerra a territorios que deberían estar libres de ella por obra y gracia de la ocurrencia del presidente. Va a ser que no.

Asesinatos para combatir asesinatos nunca fueron buenos remedios. Vuelve el espíritu GAL. Nos retrotraemos a un pasado que huele a campo de rosas rojas. Volvemos sobre nuestros pasos erróneos. Somos únicos tropezando dos veces en la misma piedra. Así nací, así crecí, así construí la historia…

No podemos hablar de defender a ciudadanos si estamos sembrando de Tomahawk los territorios libios a no ser que estemos dispuestos a contabilizar como fríos daños colaterales las vidas de seres humanos, a no ser que las vidas libias nos merezcan menos consideración que las iraquíes. Quién sabe…

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